Reinterpretación del Experimento del Marshmallow

Gábor Bíró 7 de septiembre de 2024
4 min de lectura

Uno de los estudios más famosos e influyentes de la historia de la psicología es, sin duda, el experimento del marshmallow de Stanford. Llevado a cabo por Walter Mischel y sus colaboradores en la década de 1960, esta investigación marcó nuestra manera de entender el autocontrol y sus efectos a largo plazo durante décadas. Pero, ¿es realmente todo tan sencillo como creíamos?

Reinterpretación del Experimento del Marshmallow
Fuente: Elaborado por el autor

¿Más que solo autocontrol?

En los últimos años, nuevas investigaciones nos han impulsado a reevaluar este experimento icónico y sus conclusiones.

¿En qué consistía el experimento del marshmallow?

Primero, recordemos en qué consistía este famoso experimento. Los investigadores situaron a niños de 4 a 6 años en una habitación y les ofrecieron un marshmallow. Se les explicó a los niños que si lograban resistirse a comer el marshmallow durante 15 minutos, recibirían un segundo. Este escenario, aparentemente sencillo, medía su capacidad de autocontrol y gratificación diferida.

La conclusión original del experimento fue que los niños que eran capaces de esperar el segundo marshmallow solían tener más éxito en la vida. Conseguían mejores resultados académicos, gozaban de mejor salud y obtenían ingresos más elevados.

Nuevas perspectivas

Sin embargo, en los últimos años, varios investigadores han puesto en duda estas conclusiones. Nuevos estudios señalan que la decisión de un niño —si esperar o no el segundo marshmallow— depende de algo más que la mera capacidad innata de autocontrol. Factores mucho más complejos influyen en esta decisión.

1. Fiabilidad del entorno

Un experimento interesante en la Universidad de Rochester demostró que las decisiones de los niños se ven significativamente influenciadas por el grado de confianza que tienen en su entorno y en la persona que hace la promesa. Los investigadores dividieron a los niños en dos grupos:

  • Un grupo experimentó un entorno fiable: el experimentador siempre cumplía sus promesas.
  • El otro grupo experimentó un entorno no fiable: el experimentador no cumplía sus promesas.

¿El resultado? Los niños en el entorno fiable fueron capaces de esperar cuatro veces más por la recompensa que los que estaban en el entorno no fiable.

Este hallazgo sugiere que lo que antes se atribuía únicamente al autocontrol podría ser, en realidad, una decisión racional basada en experiencias sobre la fiabilidad del entorno.

2. El impacto del nivel socioeconómico

Investigaciones más recientes también han puesto de manifiesto que el nivel socioeconómico familiar (NSE) de un niño influye de manera significativa en su capacidad para posponer la gratificación.

  • Los niños de entornos con un NSE más alto suelen obtener mejores resultados en este tipo de pruebas.
  • Los niños de entornos con un NSE más bajo tienden a elegir la recompensa inmediata con mayor frecuencia.

Esto no implica necesariamente que los niños de entornos con un NSE más bajo tengan menos autocontrol. Más bien, podría ser que elegir la recompensa inmediata sea una decisión más racional dadas sus circunstancias, ya que el futuro suele ser más incierto para ellos.

3. Diferencias culturales

Curiosamente, el experimento del marshmallow se ha realizado en diversas culturas, lo que ha revelado diferencias significativas:

  • Los niños de Camerún esperaron, de media, 10 minutos más que sus homólogos estadounidenses.
  • Entre los niños japoneses, se observó que la capacidad de posponer la gratificación no era tan predictiva del éxito futuro como lo era en el caso de los niños estadounidenses.

Resultados a largo plazo

Aunque es necesario reevaluar las conclusiones del experimento original, la capacidad de autocontrol y gratificación diferida sigue siendo un factor importante para el éxito en la vida.

Un estudio de seguimiento de 40 años demostró que el autocontrol en la infancia predice de forma sólida el éxito en la edad adulta, independientemente de la inteligencia o el nivel socioeconómico. Los niños con mayor autocontrol, de adultos:

  • Gozaban de mejor salud física
  • Obtenían ingresos más elevados
  • Tenían mejores habilidades parentales
  • Eran menos propensos a tener problemas de abuso de sustancias o a cometer delitos

Conclusiones

¿Qué podemos aprender de todo esto? La reinterpretación del experimento del marshmallow pone de relieve que el comportamiento y el desarrollo humanos son mucho más complejos de lo que se creía hasta ahora.

  1. El autocontrol es importante, pero no es el único factor determinante del éxito.
  2. La fiabilidad y la predictibilidad del entorno son fundamentales para el desarrollo infantil.
  3. El nivel socioeconómico influye de forma significativa en las estrategias de toma de decisiones de los niños.
  4. Las diferencias culturales desempeñan un papel importante en cómo valoramos y desarrollamos el autocontrol.

En última instancia, esta investigación nos recuerda que debemos ser prudentes con las explicaciones y soluciones simplistas. El comportamiento y el desarrollo humanos son procesos complejos influidos por infinidad de factores.

Como padres, educadores o líderes, es importante no solo centrarnos en las capacidades individuales, sino también prestar atención al tipo de entorno que creamos. Un entorno fiable y de apoyo podría ser la clave para ayudar tanto a niños como a adultos a alcanzar el éxito a largo plazo.

Gábor Bíró 7 de septiembre de 2024